La horticultura moderna plantea el gran reto de satisfacer una demanda creciente en cuanto a la cantidad y calidad de las frutas y hortalizas. Cada día somos más los consumidores mundiales (7.900 millones de personas) y según las previsiones más recientes de la ONU, seremos más de 8.500 millones en 2025. Además de la cantidad, la demanda de los mercados crece también cualitativamente; cada vez somos más exigentes en lo relativo a las características organolépticas (color, olor, sabor, valor nutricional, etc.), ausencia de residuos de pesticidas, etc. En este contexto, cobran una importancia vital los productos bioestimulantes para horticultura de diversos orígenes (botánicos, microbianos, etc.) que actúan sobre los procesos fisiológicos y bioquímicos de las plantas a través de diferentes rutas, mejorando el vigor de la parte aérea y del sistema radicular, productividad, calidad de las cosechas, protección efectiva ante episodios de enfermedades y fisiopatías. No obstante, es necesario hacer una buena elección y manejo de un bioestimulante adecuado para cada estado fenológico de los diferentes cultivos:

Enraizamiento e inicio del cultivo:

bioestimulantes para horticulturaEs fundamental comenzar la aplicación de bioestimulantes para horticultura desde el momento del trasplante. Las plántulas tienen que soportar y superar un gran estrés como consecuencia de la adaptación a las nuevas condiciones que existan en el medio de cultivo, desde el punto de vista ambiental, edáfico, nutricional y de presión de plagas y enfermedades. Además, la interacción de los microorganismos con el sistema radicular aportará innumerables beneficios: ponen a disposición de la planta una mayor cantidad de macro y microelementos esenciales, ocupan un nicho biológico en el suelo susceptible de ser utilizado por nematodos, hongos y bacterias patógenas creando una competencia por el espacio y los nutrientes, y aportan, como consecuencia de su metabolismo, un gran número de sustancias beneficiosas.

Desarrollo vegetativo:

Una vez hemos conseguido una buena implantación del cultivo, es básico mantener el uso de bioestimulantes para horticultura  para conseguir plantas adultas con un porte y vigor adecuados, tanto de la parte aérea como de la radicular. A estos cultivos les será mucho más sencillo hacer frente a todo tipo de estrés abiótico (climático, osmótico, sanitario, nutricional, etc.) y ser sustento del máximo número de frutos, pues será la base de una productividad potencial y rentabilidad del cultivo.

Floración, cuajado y amarre de frutos:

En el manejo agronómico de cultivos hortícolas, es esencial fomentar las condiciones adecuadas para llegar a un equilibrio óptimo entre el crecimiento vegetativo y generativo de las plantas, resultando indispensables los bioestimulantes para horticultura durante los procesos metabólicos relativos a la formación de órganos florales, cuajado y asentamiento de los frutos. Necesitamos una flor viable y funcional desde el punto de vista reproductivo, que sea la base para construir frutos con una cantidad y calidad de semilla adecuada (órganos de la planta esenciales en la producción de fitohormonas y compuestos naturales necesarios para un óptimo desarrollo de frutos de calidad) y asentados sobre una parte aérea con un porte y vigor adecuados para llevarlos a término.

Engorde y maduración:  

Los procesos finales de llenado (engorde) y maduración son procesos metabólicos, que consumen una gran cantidad de energía y que convierten a los frutos en el principal sumidero de las plantas. Además, la mayoría de los cultivos hortícolas son de ciclo y crecimiento continuo, es decir, en un cultivar se van dando todos los procesos de manera simultánea. Por todo esto, el uso de bioestimulantes en horticultura se hace indispensable.